Qué tapas elegir para acompañar con un Albariño de las Rías Baixas

Si estamos de paseo por Galicia o queremos experimentar un buen maridaje atlántico, aquí hay algunas sugerencias de tapas para acompañar con un Albariño.

El albariño de las Rías Baixas es un vino fresco, aromático, de alta acidez y notas a fruta de pepita y cítricas, así como esa sensación mineral salina tan característica, lo que lo convierte en un acompañante ideal para mariscos y platos ligeros.

Qué tapas elegir para acompañar con un Albariño

Mariscos para albariños jóvenes

1. Percebes al vapor con un toque de laurel

   • Los percebes son intensamente marinos, con sabor yodado y textura carnosa. El albariño, con su mineralidad y frescura, limpia el paladar y resalta la esencia atlántica sin enmascarar la delicadeza del marisco.

2. Almejas a la marinera

   •  La salsa ligera de ajo, vino blanco y perejil armoniza con la acidez del albariño. El vino aporta frescura y realza la untuosidad del plato, mientras que sus notas cítricas complementan la sutil dulzura de las almejas.

3. Pulpo a feira

   • El pulpo tiene textura firme y sabor suave, acompañado del pimentón y el aceite de oliva. El albariño, con su acidez y ligero carácter salino, contrasta la grasa del aceite y suaviza el toque especiado del pimentón, equilibrando el conjunto.

Tapas para albariños criados sobre sus lías

4. Queso de de DO gallega

   • Un plato de quesos de DO gallega como Cebreiro o San Simón pueden acompañar muy bien un Albariño criado sobre sus lías. Su cremosidad y notas lácticas se equilibran con la frescura y el cuerpo untuoso del albariño y sus lías. El vino limpia el paladar entre bocado y bocado, realzando la suavidad del queso.

5. Empanada de atún o zamburiñas

   •  La masa tiene un punto graso y el relleno aporta intensidad de sabor. Un albariño criado sobre sus lías corta la untuosidad y resalta el relleno marino o de pescado con su toque cítrico y mineral.

6. Ceviche de pescado blanco (merluza o corvina)

   • La acidez del ceviche dialoga con la frescura del albariño, mientras que las notas frutales del vino suavizan el picante y refuerzan la sensación cítrica del plato.