Una de las acciones más comunes que todos hacemos cuando tenemos una copa es hacer girar el vino en ella con suaves y pequeños movimientos de muñeca, pero ¿para qué hacemos girar el vino en la copa?
Cuando agitamos el vino en la copa o cuando lo ponemos en un decantador, lo que estamos haciendo es incorporar oxígeno al vino para mejorar nuestra experiencia sensorial.
El contacto del oxígeno con el vino acelera el proceso de oxidación, permite que se abran aromas y sabores concentrados, y suaviza el cuerpo y los taninos del vinos.
¿Por qué girar el vino en la copa?
La incorporación de oxigeno a la copa sirve para expresar los descriptores aromáticos del vino. A copa quieta, el vino expresa sus descriptores aromáticos primarios, los que naturalmente acompañan la variedad de uva; pero al airearlo liberan los descriptores aromáticos secundados y terciarios, que son los de la fermentación y crianza o guarda.
Hay dos razones fundamentales para airear el vino:
Despertar los aromas y sabores: Durante el embotellado y almacenamiento, el vino está en un ambiente cerrado. Al oxigenarlo, los compuestos aromáticos se liberan, haciendo que los aromas y sabores sean más perceptibles.
Suavizar los taninos: En vinos tintos con alta presencia de taninos, la aireación los hace menos astringentes, proporcionando una textura más suave y agradable.
¿Cómo se oxigena un vino?
Mover el vino en la copa: Girar el vino suavemente en la copa permite que más oxígeno interactúe con el líquido. Es una forma elegante y sencilla de hacerlo en porciones más cortas, mientras el resto del vino queda en la botella.
Decantación: Usar un decantador para verter el vino. Esto también ayuda a separar sedimentos en vinos añejos.
Herramientas específicas: Existen aireadores que se colocan en la botella o en la copa y aceleran este proceso.
¿Qué vinos deben airearse?
Tintos con cuerpo: Estos suelen beneficiarse más porque tienen taninos marcados y aromas que necesitan tiempo para abrirse.
Tintos de amplio paso por roble: Los vinos de guarda con una prolongada crianza en barricas de roble, francés o americano, se benefician del contacto con el oxígeno para suavizar los aromas terciarios que le aporta la madera.
Vinos añejos: Algunos pueden necesitarlo para eliminar olores de reducción, pero hay que tener cuidado de no airearlos en exceso, ya que pueden perder sus matices delicados.
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