Una guarda correcta del vino es esencial para su supervivencia. Existen diversos factores que pueden afectar la calidad, el sabor y la longevidad del vino, si no estamos atentos. Pero ¿cuales son los principales enemigos del vino?
Los enemigos del vino y su guarda
Luz: La luz ultravioleta, en particular, puede descomponer compuestos orgánicos en el vino, lo que conduce a defectos sensoriales como el aroma a «sabor a luz» o «a cartón». Se recomienda siempre tener las botellas en un lugar no de la luz del sol. Pero no solo eso, lo ideal es poder guardar nuestro vino en lugares oscuros. Las leds de las cavas eléctricas tampoco ayudan, pero se supone que esas botellas no pasan mucho tiempo allí.
Temperatura: Temperaturas altas pueden acelerar el envejecimiento del vino y hacer que se vuelva insípido, más rápidamente. Lo ideal es mantener nuestras botellas a una temperatura estable. La heladera o refrigerador es un buen lugar para guardar vinos ya sean blancos o tintos.
Oxigeno: Un defecto en el tapón puede acelerar la oxigenación del vino. En caso que sea corcho, su calidad o consistencia son claves para evitar una pérdida de aromas y sabores.
Humedad: Un exceso de humedad puede provocar el crecimiento de moho en los corchos, lo que podría contaminar el vino y arruinar su sabor. En tanto, la falta de humedad puede hacer que los corchos se sequen y se contraigan, permitiendo la entrada de aire y causando oxidación. Por eso los vinos debe estar en una posición horizontal en la que el vino esté en contacto con el corcho, siempre.
Olores externos: Los vinos pueden ser susceptibles de absorber olores del entorno en el que se almacenan. Por ejemplo, si se almacenan cerca de productos químicos o alimentos con olores fuertes, el vino puede adquirir esos olores y sabores no deseados. No es recomendable guardar los vinos en la cocina, por ejemplo.
Movimiento: Los vinos necesitan de estabilidad, movimientos excesivos, pueden generar aguja, un pequeño burbujeo en los mismos. Por eso se recomienda que se mantengan reposando en posición horizontal.
Sin embargo, hay algunos otros problemas o enemigos que son externos y que pueden afectar también al vino. Por ejemplo:
Corcho contaminado: El TCA, o tricloroanisol, el famoso «olor a corcho» es un proceso químico que se desencadena como consecuencia de la presencia de clorofenoles. Se trata de unas moléculas, inodoras a priori, que se pueden encontrar en el ambiente y que están presentes, especialmente, tanto en el alcornoque como en el agua y, a veces, en el ambiente de las bodegas. Afecta entre el 1 y el 3 por ciento de los vinos del mundo (que lleven corcho natural). Suele presentarse como un olor a humedad como ‘trapo mojado’. No siempre es un olor intenso, por eso, la primera vez que nos llevamos el vino a la nariz, ni bien servimos, debe ser con la copa quiera en búsqueda de defectos.
Una recomendación: Mantener los vinos en ambientes frescos, sin contacto con la luz del sol y con temperaturas estables. Dentro del placar es una opción simple y eficaz.

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