Viejo Mundo vs Nuevo Mundo en el vino

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Una caracterización frecuentes entre amantes del vino, desde principiantes hasta expertos es la de Viejo Mundo y Nuevo Mundo. Lejos de solo ser etiquetas geográficas, representan filosofías, tradiciones y estilos distintitvos, definidos por la historia y evolución de la viticultura. ¿Cuáles son sus diferencias y qué impacto tienen en la copa del consumidor?

El Viejo Mundo: Tradición y Terroir

El término «Viejo Mundo» se refiere a los países con una tradición vinícola milenaria, principalmente en Europa y el Medio Oriente. Regiones como Burdeos y Borgoña en Francia, La Rioja en España, la Toscana en Italia y el valle del Rin en Alemania han sido cuna de algunos de los vinos más icónicos de la historia.

La viticultura aquí se caracteriza por un enfoque en el terroir, es decir, en las condiciones del clima, suelo y topografía en la uva quedarán las cualidades al vino. En estas regiones, las regulaciones (Denominaciones de Origen Controlado o DOC) son estrictas y buscan preservar la identidad de los vinos mediante normativas que rigen desde el tipo de uva permitido hasta los métodos de producción.

Los vinos suelen ser más sutiles y elegantes, con una menor presencia de fruta madura y un mayor protagonismo de notas minerales, herbales y especiadas. Suelen tener una acidez más marcada y un menor contenido alcohólico en comparación con sus contrapartes del Nuevo Mundo.

El Nuevo Mundo: Innovación y Expresión

Por otro lado, el «Nuevo Mundo» agrupa a los países vitivinícolas fuera de Europa, como Argentina, Estados Unidos, Chile, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica. En estos territorios, la industria del vino es más reciente en comparación con la europea, y ha sido moldeada por la innovación y la experimentación.

Historicamente, en estos países puso el énfasis en la expresión varietal, priorizando la fruta y la concentración de sabores. Esto se debe, en parte, a los climas más cálidos de muchas de estas regiones, lo que permite una maduración más completa de la uva y, por ende, vinos con mayor contenido alcohólico y notas de frutas maduras, vainilla y chocolate, muchas veces potenciadas por el uso de barricas de roble.

Esto cambió en los últimos años cuando comenzó a expandirse primero la búsqueda de vino de identificaciones geográficas específicas, hasta el punto de comenzar a aplicar el concepto de terroir y distingir las diferencias centrales de los suleos que trabajan. Un gran ejemplo es la exploración e investigación en el Valle de Uco, en Mendoza.

A diferencia del Viejo Mundo, donde las regulaciones son más estrictas, aquí los productores tienen mayor libertad para experimentar con variedades de uva, técnicas de vinificación y estilos, lo que da lugar a una diversidad de vinos que desafían los estándares tradicionales.

¿Cuál Elegir?

No hay una respuesta. En definitiva, la elección entre un vino del Viejo Mundo y uno del Nuevo Mundo depende del gusto personal y de la experiencia que se busque en cada copa. Y en esa diversidad, radica la magia del vino.

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