LLega septiembre (en el hemisferio sur), se acerca la primavera y la planta de la vid inicia un nuevo ciclo de vida. Luego de la poda de invierno, que establecerá el nivel de crecimiento y volumen de producción, con el calor llegar el lloro de la vid, un proceso clave que marca el arranque de la nueva temporada.
¿Qué es el lloro de la vid?
El lloro de la vid es un fenómeno natural que ocurre al comienzo de la primavera, cuando las temperaturas empiezan a subir y los días se alargan. Tras meses de reposo invernal en el que la planta permanece inactiva, comienzan a despertarse. En respuesta al calor y a las condiciones cambiantes del ambiente, empieza a reactivar su sistema interno.
Este «lloro» se produce cuando las raíces de la planta absorben agua del suelo y la savia comienza a fluir nuevamente hacia las partes superiores de la vid. Sin embargo, dado que la planta aún no ha desarrollado hojas ni brotes, el líquido se exuda a través de las heridas de poda que se hicieron meses atrás, dejando pequeñas gotas de savia en los cortes. Este goteo, que puede durar desde algunos días hasta varias semanas, es lo que se conoce como el lloro de la vid.
No solo es un espectáculo visual en los viñedos, sino que es una señal de que la planta está lista para reiniciar su ciclo anual de crecimiento. Con la savia fluyendo, la vid empieza a nutrir las yemas latentes que en las semanas siguientes se convertirán en brotes y, eventualmente, en hojas, flores y frutos. El lloro de la vid marca, por lo tanto, el inicio de la etapa vegetativa de la planta, un momento crucial para los viticultores que monitorean de cerca este proceso para asegurar un crecimiento óptimo.
¿Por qué «llora» la vid?
El «llanto» es en realidad una reacción natural de la planta a la presión positiva que se genera dentro de su sistema vascular. Durante el invierno, la planta entra en un estado de dormancia, en el cual suspende casi todas sus funciones metabólicas para conservar energía. Sin embargo, cuando las temperaturas aumentan y la actividad radicular se reactiva, el agua absorbida desde las raíces sube por los vasos conductores de la planta, generando presión interna. La savia, al no encontrar todavía hojas o flores a las que alimentar, busca salida a través de las heridas de poda.
Después del lloro de la vid, el siguiente hito en el ciclo de vida de la planta será la brotación, cuando las yemas comienzan a abrirse y aparecen los primeros signos de vida verde. A partir de este momento, el crecimiento de la vid avanza rápidamente hacia la floración y la fructificación, etapas claves para determinar la calidad y cantidad de la vendimia futura.
El lloro de la vid, aunque es un proceso silencioso y muchas veces pasado por alto, es el primer indicio de una promesa: la del vino que llegará meses después, fruto del trabajo paciente y meticuloso de los viticultores y de la generosa naturaleza de las vides.
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